Más de sesenta años han transcurrido desde la muerte de Antoine de Saint-Exupéry-autor de "El principito". Se sabía que éste se había estrellado en su avión en el mar frente a las costas de Marsella, pero no se sabían las causas (infarto, suicidio, ataque enemigo...) Finalmente, este fin de semana los periódicos sacaban a la luz la que parece ser la verdadera razón de la muerte de este literato...
leer artículo
P.D. Gracias, Sito, por mandar el artículo;)
lunes, 17 de marzo de 2008
domingo, 27 de enero de 2008
El Principito
El Principito es un libro que ha llegado a mis manos varias veces. La primera, recuerdo, era muy pequeña para poder entenderlo, y he de confesar que no me gustó. Sin embargo, ya con unos cuantos años más lo he vuelto a leer en varias ocasiones y me encanta. Es un libro muy sencillo pero muy cierto, que habla sobre experiencias en la vida de una forma muy tierna.
Aquí os pongo parte del capítulo xxi: mi favorito. En este capítulo se explica cómo se crean lazos de amistad, y lazos de amor. Supongo que lo conocéis, pero no viene mal recordarlo. Os dejo con “el capítulo del zorrito”;)
CAPÍTULO XXI
Entonces apareció el zorro:
- Buenos días - dijo el zorro.
- Buenos días – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.
- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...
- ¿Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste...
- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.
- Ah! perdón – dijo el principito.
Pero, después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa "domesticar" ?
(…)
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."
- ¿Crear lazos ?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...
- Es posible – dijo el zorro. –
(…)
Pero el zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música.
(...)
El zorro se calló y miró largamente al principito:
- Por favor... ¡domestícame ! – dijo.
- Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame !
- ¿Qué hay que hacer ? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito ? – dijo el principito.
- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. ¡Entonces el jueves es un día maravilloso ! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- ¡Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Pero vas a llorar ! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Entonces no ganas nada !
- Sí gano –dijo el zorro – (...)
Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
(...)
Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.
(Saint-Exupéry, 1943)
________________________________________
viernes, 30 de noviembre de 2007
Vivir
Esta tarde me he dado cuenta de la cantidad de tiempo que perdemos pensando en nuestros problemas, compadeciéndonos por nosotros mismos y esperando que lleguen tiempos mejores en los que no tengamos ni una sola preocupación...Pues me temo que esa etapa nunca llegará a menos que no queramos cambiarla nosotros mismos. Y es que, como me ha dicho hace poco un amigo mío: gastamos una energía enorme cuando nos preocupamos por algo, o por todo...A veces pienso que creemos que no tenemos el derecho de ser felices y por eso buscamos algo malo en lo que centrarnos. Quizás nos sentimos culpables si no tenemos ningún problema y por eso, cuando no lo tenemos, lo buscamos. Pero, ¿es que acaso no merecemos estar bien? ¡Por supuesto que sí!
Pensaréis que estoy muy negativa por pensar en estas cosas, pero ¡todo lo contrario!Me estoy dando cuenta de que esta vida son cuatro días, como quien dice y, por lo menos, tres días y medio los pasamos preocupados por algo. Pensemos por un momento, ¿realmente merece la pena? ¿Por qué no cambiar de actitud? ¿Por qué no disfrutar, perdonar, sonreir, ayudar, amar, vivir...? Estoy segura de que cada uno de vosotros se siente, de una forma u otra, identificado con lo que estoy diciendo. Así que propongo un cambio de actitud frente a la vida. ¿Qué me decís? ¡Que esta vida es un regalo que estamos desaprovechando, y no merece la pena...! Ahora, ¡a ser felices!
Y para arrancar una sonrisa de vuestra cara, aquí os pongo una canción preciosa...
Pensaréis que estoy muy negativa por pensar en estas cosas, pero ¡todo lo contrario!Me estoy dando cuenta de que esta vida son cuatro días, como quien dice y, por lo menos, tres días y medio los pasamos preocupados por algo. Pensemos por un momento, ¿realmente merece la pena? ¿Por qué no cambiar de actitud? ¿Por qué no disfrutar, perdonar, sonreir, ayudar, amar, vivir...? Estoy segura de que cada uno de vosotros se siente, de una forma u otra, identificado con lo que estoy diciendo. Así que propongo un cambio de actitud frente a la vida. ¿Qué me decís? ¡Que esta vida es un regalo que estamos desaprovechando, y no merece la pena...! Ahora, ¡a ser felices!
Y para arrancar una sonrisa de vuestra cara, aquí os pongo una canción preciosa...
sábado, 24 de noviembre de 2007
Disney World, "where dreams come true..."
Por curioso que pueda parecer, la principal razón por la que quería aprender inglés cuando tenía ocho años era la de poder ir a Disney World, jeje. Por supuesto, mis objetivos en la vida han ido cambiando... Así que esa no fue la razón por la que elegí estudiar Filología Inglesa, ni tampoco lo fue para venir a Estados Unidos.
Cosas de la vida, estas vacaciones de Acción de Gracias decidimos ir a Disney, Orlando; así que yo empecé a desempolvar esas viejas ilusiones que ya casi había olvidado...Cuando llegué allí recordé momentos que me hicieron emocionarme. Y es que, ¿quién no ha disfrutado de esas películas Disney todas las navidades, o todo el año, con la familia? Realmente ha sido una experiencia mágica y puedo decir que, después de tantos años, he visto cumplido uno de mis sueños...
Cosas de la vida, estas vacaciones de Acción de Gracias decidimos ir a Disney, Orlando; así que yo empecé a desempolvar esas viejas ilusiones que ya casi había olvidado...Cuando llegué allí recordé momentos que me hicieron emocionarme. Y es que, ¿quién no ha disfrutado de esas películas Disney todas las navidades, o todo el año, con la familia? Realmente ha sido una experiencia mágica y puedo decir que, después de tantos años, he visto cumplido uno de mis sueños...
domingo, 4 de noviembre de 2007
Cualquier parecido con la realidad NO es pura coincidencia
No, al menos, en este caso...
Sería injusto no mencionar en este blog aquellos bloggers que me han inspirado a hacer el mío. Son personas a las que admiro: algunos son amigos, otros familia, otros internautas a los que no conozco... pero todos ellos han tenido una influencia no sólo en mi blog, sino también en mi forma de ver la vida.
De momento no hay muchos, pero os aseguro que la lista seguirá creciendo. Así que, aquí adjunto sus enlaces para que también podáis verlos cuando tengáis un ratito.
Sería injusto no mencionar en este blog aquellos bloggers que me han inspirado a hacer el mío. Son personas a las que admiro: algunos son amigos, otros familia, otros internautas a los que no conozco... pero todos ellos han tenido una influencia no sólo en mi blog, sino también en mi forma de ver la vida.
De momento no hay muchos, pero os aseguro que la lista seguirá creciendo. Así que, aquí adjunto sus enlaces para que también podáis verlos cuando tengáis un ratito.
sábado, 13 de octubre de 2007
Aprender a aceptar
ACEPTAR; es una palabra que con solo pronunciarla produce dolor, al menos para mí... y estoy segura de que no soy la única.
A lo largo de nuestra vida, vamos encontrando ciertos obstáculos que nos dificultan el llevar a cabo nuestros planes y expectativas. A veces, esos obstáculos se salvan y podemos permitirnos seguir nuestro rumbo tal y como lo habíamos planeado. Esto nos hace sentirnos satisfechos con nosotros mismos y, en cierto modo, se ve recompensado nuestro esfuerzo por encontrar la felicidad (aunque sólo sea en cualquier aspecto de nuestra vida).
Desgraciadamente, no siempre esos obstáculos se pueden salvar con el mismo éxito. No siempre nuestros planes salen como queremos, bien sea en el ámbito de la salud, académico, sentimental, profesional, etc, etc. Bien, ahí está una verdadera fuente de dolor. El no ver cómo las cosas salen como queremos y el hecho de que lo único que podemos hacer es aceptarlas, a pesar de la rabia y la impotencia que eso produce. Muchas veces, nunca llegamos a hacerlo, y nos rebelamos contra la vida de alguna manera. Y es que, es tan difícil aceptar...
Hace unos años, mi hermana me dijo "Madurar no es celebrar un éxito sino aprender a afrontar un fracaso". Y llevaba mucha razón. A veces, tenemos que ser humildes frente a la vida y no dejarnos acobardar o hundirnos por no conseguir lo que queremos (por supuesto, los casos de enfermedad son los más difíciles de aceptar). Lo que vengo a decir es que, tenemos que jugar las cartas que nos ofrece la vida, y potenciarlas al máximo. Tenemos que disfrutar de nuestros éxitos (ya que todo el mundo los merece) y aprender de esos "obstáculos" que vamos encontrando por el camino; algunas veces, de ellos es de los que más se aprende. Sólo así podremos ser más fuertes para AVANZAR, AVANZAR Y AVANZAR. Y es que, hay pocos éxitos que no hayan pasado por "fracasos" anteriormente.
A lo largo de nuestra vida, vamos encontrando ciertos obstáculos que nos dificultan el llevar a cabo nuestros planes y expectativas. A veces, esos obstáculos se salvan y podemos permitirnos seguir nuestro rumbo tal y como lo habíamos planeado. Esto nos hace sentirnos satisfechos con nosotros mismos y, en cierto modo, se ve recompensado nuestro esfuerzo por encontrar la felicidad (aunque sólo sea en cualquier aspecto de nuestra vida).
Desgraciadamente, no siempre esos obstáculos se pueden salvar con el mismo éxito. No siempre nuestros planes salen como queremos, bien sea en el ámbito de la salud, académico, sentimental, profesional, etc, etc. Bien, ahí está una verdadera fuente de dolor. El no ver cómo las cosas salen como queremos y el hecho de que lo único que podemos hacer es aceptarlas, a pesar de la rabia y la impotencia que eso produce. Muchas veces, nunca llegamos a hacerlo, y nos rebelamos contra la vida de alguna manera. Y es que, es tan difícil aceptar...
Hace unos años, mi hermana me dijo "Madurar no es celebrar un éxito sino aprender a afrontar un fracaso". Y llevaba mucha razón. A veces, tenemos que ser humildes frente a la vida y no dejarnos acobardar o hundirnos por no conseguir lo que queremos (por supuesto, los casos de enfermedad son los más difíciles de aceptar). Lo que vengo a decir es que, tenemos que jugar las cartas que nos ofrece la vida, y potenciarlas al máximo. Tenemos que disfrutar de nuestros éxitos (ya que todo el mundo los merece) y aprender de esos "obstáculos" que vamos encontrando por el camino; algunas veces, de ellos es de los que más se aprende. Sólo así podremos ser más fuertes para AVANZAR, AVANZAR Y AVANZAR. Y es que, hay pocos éxitos que no hayan pasado por "fracasos" anteriormente.
NOTA: Buscando por la red, encontré el sitio web de un profesor y conferenciante de la Universidad de Educación Enrique Guzmán y Valle (Perú): D. Nemesio Candioti. En ella, este profesor habla, entre otras cosas, de cómo el éxito y el fracaso vienen de la mano. Es un artículo muy positivo que me gustaría que leyérais. Estoy segura de que os va a gustar.
jueves, 4 de octubre de 2007
El valor de las cosas
O lo que es peor...el valor de las personas. ¿Alguna vez nos hemos parado a pensar a qué nos referimos cuando decimos que una persona vale mucho? ¿O que algo tiene un valor especial para nosotros? Este es un tema que tengo bien presente desde hace algún tiempo. Y realmente me preocupa.
¿Por qué sentimos que tenemos más valor cuando alguien nos quiere y por el contrario, sentimos algo completamente opuesto cuando ese alguien no lo hace? Nos pasamos la vida buscando que los demás nos valoren, que no es otra cosa que la búsqueda de la aceptación del resto, pero no nos damos cuenta de que a veces esa felicidad que intentamos encontrar depende de algo enormemente relativo.
En primer lugar, tenemos que hablar de la "escala de valores" de cada uno, que, como dicen McKay y Fanning, está muy influenciada por nuestra cultura. Alguien puede tener valor por su bondad, su arte, su poder adquisitivo, su poder de convicción, sus méritos académicos, etc. Así que, deberíamos hablar, más bien, de "tipos de valores".
Al mismo tiempo, una misma persona, o una misma cosa, puede tener un valor inmenso para una persona y no tener el más mínimo valor para otra. O, lo que es más, la percepción de esa cosa o persona, ese valor dado, puede cambiar con el tiempo a ojos de la misma persona. ¡Qué más claro ejemplo que los cuadros de Van Gogh, que años después de la muerte de su creador adquirieron un valor que ni él mismo hubiera imaginado! ¿No resulta paradójico que el valor de una misma cosa sea tan variable? Todo esto me lleva a pensar que no podemos confiar en el valor que se le da a las cosas y que procede del exterior.
Por otro lado, tampoco me convence la idea de que el valor proviene del interior; es decir, que uno vale lo que piensa que vale, ya que hay mucha gente que puede sufrir complejos de inferioridad, o de superioridad, y esto distorsiona enormemente la percepción de ese supuesto valor que tenemos.
Me gustaría llegar a una conclusión con este tema, pero la verdad es que aún estoy trabajando en ello. Quiero pensar que todos tenemos un valor por el mero hecho de existir (como explicaban estos autores a los que me refería anteriormente) y que cada uno tiene que sacar el máximo potencial de sí mismo, sin importar el valor que pueda venir del exterior o incluso del interior porque, al fin y al cabo, este valor no tiene cimientos lo suficientemente sólidos como para poder depender de él.
Y ahora es vuestro turno, decidme lo que opináis ya que estoy muy interesada en este tema. Mil gracias.
¿Por qué sentimos que tenemos más valor cuando alguien nos quiere y por el contrario, sentimos algo completamente opuesto cuando ese alguien no lo hace? Nos pasamos la vida buscando que los demás nos valoren, que no es otra cosa que la búsqueda de la aceptación del resto, pero no nos damos cuenta de que a veces esa felicidad que intentamos encontrar depende de algo enormemente relativo.
En primer lugar, tenemos que hablar de la "escala de valores" de cada uno, que, como dicen McKay y Fanning, está muy influenciada por nuestra cultura. Alguien puede tener valor por su bondad, su arte, su poder adquisitivo, su poder de convicción, sus méritos académicos, etc. Así que, deberíamos hablar, más bien, de "tipos de valores".
Al mismo tiempo, una misma persona, o una misma cosa, puede tener un valor inmenso para una persona y no tener el más mínimo valor para otra. O, lo que es más, la percepción de esa cosa o persona, ese valor dado, puede cambiar con el tiempo a ojos de la misma persona. ¡Qué más claro ejemplo que los cuadros de Van Gogh, que años después de la muerte de su creador adquirieron un valor que ni él mismo hubiera imaginado! ¿No resulta paradójico que el valor de una misma cosa sea tan variable? Todo esto me lleva a pensar que no podemos confiar en el valor que se le da a las cosas y que procede del exterior.
Por otro lado, tampoco me convence la idea de que el valor proviene del interior; es decir, que uno vale lo que piensa que vale, ya que hay mucha gente que puede sufrir complejos de inferioridad, o de superioridad, y esto distorsiona enormemente la percepción de ese supuesto valor que tenemos.
Me gustaría llegar a una conclusión con este tema, pero la verdad es que aún estoy trabajando en ello. Quiero pensar que todos tenemos un valor por el mero hecho de existir (como explicaban estos autores a los que me refería anteriormente) y que cada uno tiene que sacar el máximo potencial de sí mismo, sin importar el valor que pueda venir del exterior o incluso del interior porque, al fin y al cabo, este valor no tiene cimientos lo suficientemente sólidos como para poder depender de él.
Y ahora es vuestro turno, decidme lo que opináis ya que estoy muy interesada en este tema. Mil gracias.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)