domingo, 27 de enero de 2008
El Principito
El Principito es un libro que ha llegado a mis manos varias veces. La primera, recuerdo, era muy pequeña para poder entenderlo, y he de confesar que no me gustó. Sin embargo, ya con unos cuantos años más lo he vuelto a leer en varias ocasiones y me encanta. Es un libro muy sencillo pero muy cierto, que habla sobre experiencias en la vida de una forma muy tierna.
Aquí os pongo parte del capítulo xxi: mi favorito. En este capítulo se explica cómo se crean lazos de amistad, y lazos de amor. Supongo que lo conocéis, pero no viene mal recordarlo. Os dejo con “el capítulo del zorrito”;)
CAPÍTULO XXI
Entonces apareció el zorro:
- Buenos días - dijo el zorro.
- Buenos días – respondió cortésmente el principito, que se dio vuelta pero no vio a nadie.
- Estoy aquí – dijo la voz –, bajo el manzano...
- ¿Quién eres ? – dijo el principito. – Eres muy bonito...
- Soy un zorro – dijo el zorro.
- Ven a jugar conmigo – le propuso el principito. – Estoy tan triste...
- No puedo jugar contigo – dijo el zorro. – No estoy domesticado.
- Ah! perdón – dijo el principito.
Pero, después de reflexionar, agregó:
- ¿Qué significa "domesticar" ?
(…)
- Es algo demasiado olvidado – dijo el zorro. – Significa "crear lazos..."
- ¿Crear lazos ?
- Claro – dijo el zorro. – Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo...
- Comienzo a entender - dijo el principito. – Hay una flor... creo que me ha domesticado...
- Es posible – dijo el zorro. –
(…)
Pero el zorro volvió a su idea:
- Mi vida es monótona. Yo cazo gallinas, los hombres me cazan. Todas las gallinas se parecen, y todos los hombres se parecen. Me aburro, pues, un poco. Pero, si me domesticas, mi vida resultará como iluminada. Conoceré un ruido de pasos que será diferente de todos los demás. Los otros pasos me hacen volver bajo tierra. Los tuyos me llamarán fuera de la madriguera, como una música.
(...)
El zorro se calló y miró largamente al principito:
- Por favor... ¡domestícame ! – dijo.
- Me parece bien – respondió el principito -, pero no tengo mucho tiempo. Tengo que encontrar amigos y conocer muchas cosas.
- Sólo se conoce lo que uno domestica – dijo el zorro. – Los hombres ya no tienen más tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero como no existen comerciantes de amigos, los hombres no tienen más amigos. Si quieres un amigo, ¡domestícame !
- ¿Qué hay que hacer ? – dijo el principito.
- Hay que ser muy paciente – respondió el zorro. – Te sentarás al principio más bien lejos de mí, así, en la hierba. Yo te miraré de reojo y no dirás nada. El lenguaje es fuente de malentendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
Al día siguiente el principito regresó.
- Hubiese sido mejor regresar a la misma hora – dijo el zorro. – Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. Al llegar las cuatro, me agitaré y me inquietaré; ¡descubriré el precio de la felicidad ! Pero si vienes en cualquier momento, nunca sabré a qué hora preparar mi corazón... Es bueno que haya ritos.
- ¿Qué es un rito ? – dijo el principito.
- Es algo también demasiado olvidado – dijo el zorro. – Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas. Mis cazadores, por ejemplo, tienen un rito. El jueves bailan con las jóvenes del pueblo. ¡Entonces el jueves es un día maravilloso ! Me voy a pasear hasta la viña. Si los cazadores bailaran en cualquier momento, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
- ¡Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Pero vas a llorar ! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- ¡Entonces no ganas nada !
- Sí gano –dijo el zorro – (...)
Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún – les dijo. – Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
(...)
Seguramente, cualquiera que pase creería que mi rosa se les parece. Pero ella sola es más importante que todas ustedes, puesto que es ella a quien he regado. Puesto que es ella a quien abrigué bajo el globo. Puesto que es ella a quien protegí con la pantalla. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres para las mariposas). Puesto que es ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse. Puesto que es mi rosa.
Y volvió con el zorro:
- Adiós – dijo...
- Adiós – dijo el zorro. – Aquí está mi secreto. Es muy simple: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
- Lo esencial es invisible a los ojos – repitió el principito a fin de recordarlo.
- Es el tiempo que has perdido en tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante.
- Es el tiempo que he perdido en mi rosa... – dijo el principito a fin de recordarlo.
- Los hombres han olvidado esta verdad – dijo el zorro. – Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa...
- Soy responsable de mi rosa... - repitió el principito a fin de recordarlo.
(Saint-Exupéry, 1943)
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6 comentarios:
tu eres mi rosa...
Nata, me ha encantado...ya no me acordaba.
Pues no me había parado a pensar en lo de crear lazos de esa manera y realmente muxas veces no tenemos tiempo de poder crearlos pq estamos esperando a conocer otras cosas y gentes distintas, q cm bien dice no aportan nada mientras no se domestiquen, y como siempre seguimos esperando encontrar otras cosas... pues ahí un círculo vicioso. Hasta que te das cuenta de la realidad..
Un beso.
Cris!
Muchas gracias por tu comentario. Si es que a veces nos impacientamos por conocer cosas y gente nueva y esa impaciencia nos impide disfrutar de lo que tenemos en ese momento...Habrá que tratar de "domesticar" con cuidado y con cariño;)
Somos tantos y estamos tan cerca y a la vez tan lejos... que acercarnos nos supone tiempo, tiempo de "domesticación", tiempo para mostrarnos ante todo;un tiempo para conocernos; puede llegar a ser un época bonita, no tiene por qué ser una pérdida de tiempo, creo que forma parte del descubrimiento de las "cosas" y también, a su vez, el descubrirnos ante las "cosas".
Pienso que "domesticar" llega a ser un tiempo infinito, y su eternidad es la que hace de ello algo hermoso e interesante.
Besos!
Tienes mucha razón, Diego.
Es ese proceso de domesticación del que tenemos que disfrutar, ese proceso de descubrimiento (como dices) que sin duda es algo que merece la pena hacer (y que hacemos aunque sea de forma inconsciente).
Así que deberíamos convencernos de que, lejos de ser una pérdida de tiempo, es lo que hace que nuestra vida sea como es, que nuestras relaciones con los demás, con lo demás, sean como son. Es algo que vamos construyendo a lo largo de nuestra vida.
Un beso
Natalia. Ese libro es uno de mis preferidos, Y hay muchas cosas sabias que nosotros vamos aprendiendo. Gracias por mirar mi Blog. El tuyo es muy lindo. El mio algo primitivo pero como lo hice solita pienso dejarlo ao. Besotes Hilda
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